Una tarde como la de hoy - hace de esto ya bastantes años -, encontré en una librería una de esas pequeñas joyas del género: "Un vagabundo de los mares del sur", de Bernard Moitessier. No había leído antes ninguno de sus libros, si bien sí conocía ya su forma de ver las cosas por ser uno de los grandes personajes que han contribuido enormemente a la navegación por pasión y devoción. En sus libros, describe los pormenores y detalles sobre sus barcos, formas de capear, inventos y trabajos que el mismo hizo aprendiendo un poco de todo mientras "vagabundeaba" entre mares y estrellas allá por los sesenta. Imagen: El Joshua [ fuente: Wikipedia ], uno de los barcos de Bernard Moitessier, a bordo del cual participó en la Sunday Times Golden Globe Race (1968-1969); se trata de su famoso queche de acero, al que bautizó con ese nombre como homenaje al gran navegante solitario Joshua Slocum |
En su último libro ( Tamata y la Alianza ), Moitessier reflexiona sobre el sentido de su vida y lo que representó para él la navegación – por los mares y por la vida – a bordo de sus queridos barcos. Si bien fue un apasionado de la navegación en solitario, siempre tuvo muy presentes a todas las personas a las que amó y, en lo intelectual, practicó un claro humanismo. He encontrado un párrafo que me gustaría transcribir aquí: “(…) Creo que la función de todos nosotros es participar en la creación del mundo [dice esto imbuido por aquel espíritu del mayo francés, tan vivo todavía en el momento que escribió Tamata], cada cual en función de su propia superficie vélica, de su calado, de su tonelaje, de su aptitud a remontar el viento, a capear, o a encajar el peso de las olas rompientes que arrastran el barco (…)”. Creditos de la imagen: Editorial Juventud (portada del libro) Bernard escribió esto convencido que toda persona debe intentar doblar “sus grandes cabos”, a su medida, pero honestamente; el mar es un bello escenario para ello. Su gesto, el mítico gesto, al lanzar con su inseparable tirachinas un mensaje a la cubierta del petrolero con el que se encontró en el Cabo de Buena Esperanza, emocionó en su día a la opinión pública. Inexplicablemente, Moitessier renunciaba al premio de la Sunday Times Golden Globe Race, la primera regata en solitario y sin escalas en la historia de la navegación a vela (1968-1969), precisamente en un momento de la regata en el que ya ningún otro participante1 amenazaba su fulgurante victoria; el mensaje decía: “Continúo sin escala hacia las islas del Pacífico, porque soy feliz en el mar, y tal vez también para salvar mi alma (…)”. |